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  • Foto del escritorMemòriaLluitaResistència

¿Qué sostiene la grieta de un AVE en la Sagrera?



Un caso de segregación social tras el discurso de la sostenibilidad ambiental.


La futura Sagrera de Alta Velocidad es un ejemplo más de cómo el auge del discurso de la sostenibilidad medioambiental está legitimando, de facto, la destrucción de nuestro tejido urbano: tanto en la escala social como la mental/subjetiva. Se trata de la clásica operación de manipulación discursivanecesaria para el sustento de un sistema estructurado en base a la acumulación del capital que traduce destrucción a desarrollo y que, bajo promesas de bienestar social y multiculturalidad, escondela fractura social y la expulsión de esa masa “no rentable” des del punto de vista de la inversión de capital, es decir, la clase desposeida. Y es que se basa en eso, despojar el barrio de memoria colectiva, de tejido asociativo, de acceso a la política y de resistencias a la especulación. En otras palabras, se trata de barrer del campo urbano todo aquello que no cumpla los planes del capital mediante la apropiación del discurso eco-sostenible-desarrollista-consciente-verde-blablabla y todo el populismo fascista que, en definitiva, nos hace desear -incluso necesitar!- lo que nos va a destruir.


En efecto, el AVE se presenta como un proyecto de gran transformación urbana integral que hará de Barcelona la capital económica y cultural de la macroregión de la Europa Occidental. Una operación integrada tanto a nivel físico como mental que, como nueva pieza urbana compacta en múltiples capas cuyo tronco residirá en el parque más grande de la ciudad, recuerda al conocido como “High Line Elevated Park”.


«Nuevas áreas residenciales, de actividad económica diversa, zonas verdes y equipamientos mejoraran la calidad urbana y consecuentemente la calidad de vida de los barrios vecinos». ¿Para quienes viven o para quienes vendrán?


En definitiva, una iniciativa exhibida bajo criterios medioambientales que fue construido en el Nueva York de 2009 sobre una antigua línea de ferrocarril deshabilitada y estigmatizada, llamada a ser reutilizada. Después de sus 23 años de desuso, calificada como fuente de un Manhattan desagradable, una organización sin fines de lucro abogó por su preservación y reutilización como parque público. Una operación que, sin embargo, a pesar de su aparente participación comunitaria y adolescente, con obras de arte y actuaciones gratuitas y cosmopolitas, alberga consecuencias perversas encubiertas: la expulsión y segregación de su inicial clase popular localcomo consecuencia de la especulación del capital en los márgenesrevalorizados de ese nuevo espacio mainstream con el sello “sostenible y local”, comprado a Blackstone y sus secuaces.


¿Podemos hablar, pues, de sostenibilidad? El grado de esquizofrenia al que nos somete el imperio capitalista es tal que ha conseguido centrar el discurso de la sostenibilidad entorno al color verde. ¿O acaso es casual que McDonalds cambie su rojo-fuego-sangre-quemacarne a un verde-hoja-bosque-ecofriendly? ¿Estamos tan contaminadas que cuatro árboles legitiman el arrasar un barrio enteroy dejarlo a merced de los carroñeros especuladores, llamados fondos buitres con razón, que juegan al monopoli con los escombros de esos hogares(plazas, ateneus, salones y cocinas) que albergaban familias enteras, ahora desplazadas...?


¿Nos vamos a tragar que, en proyectos como el AVE de la Sagrera o en la High Line, por su simplecomún verde estructural se justifica su sostenibilidad?¿Qué sucede con las ecologías mental y social? ¿Acaso no corresponde también a la sostenibilidad de la vida la garantía tanto de la propia e imaginaria figuración de autonomía como de la participación política? ¿Acaso no consiste en sostener la capacidad individual y colectiva de negar lo existente, de intervenir la materialidad de la realidad de la vida (mental), así como también la relación entre lo político y la política (social) y el entorno que se habita (medioambiental)? Esto es, ¿acaso la sostenibilidad no debería sino ser la articulación de Las Tres Ecologías o Ecosofía*1?


Sabemos por Félix Guattari cómo el capitalismo se expande y se intensifica. Cómo tiende cada vez más a dispersarsus núcleos de poder al extendersu empresa al conjunto de la vida social, económica, geográfica y cultural del planeta, a la vez que se infiltra en el seno se los estratos subjetivos más inconscientes. Se esparce y se propaga mediante tentativas económicas y geográficas. A la vez que atraviesa, cala, se infiltra y arraiga en el seno de la vida imaginariay moral.Y son articulaciones discursivas las que ahora legitiman la expulsión de cualquier intrusión susceptible de trastocar y perturbar la opiniónhegemónica del poder.Es así como la futura ciudad de alta velocidad saneada, integrada e interiormente desarrollada esconde la perversión que sostienen sus múltiples capas: Acumulación del capital, expulsión social y ocaso, decadencia o declive individual. Estos son los silencios que residen bajo el discurso de una única y exclusiva sostenibilidad. Los homeless son el equivalente social de los peces muertos de la ecología medioambiental.


Aquí radica el potencial de reivindicar una crisis radicalmente ecosocial. El potencial de agenciar la sostenibilidad a una triple afectación de la concepción necesidad: ecológica, social y mental. Sólo con esta coordinación transescalar se podría desarrollar una verdadera resistencia al exterminio imperialista.


Es preocupante el giro estratrégico que se estudia en las tesis de Guattari. Un campo de batalla abierto por la apropiación y el monopolio discursivo que enreda toda la trama de la lucha de clases actual en la imagen, la post-verdad, en el desarrollo de bloques de subjetividad manipulablesque no sólo oculten, sino que también fijen y normalizen códigos sociales y políticos de opresión y exterminio, aceptados y legitimados por consignas vacías en discursos de líderes como Greta Thunberg o Greenpeace, silenciando ese núcleo antisistema que sí cuestiona la sostenibilidad capitalista en todos sus segmentos y estratos vitales, no sólo en el color de sus camisetas o palabras. Este desplazamiento de poder hacia los elementos discursivos no es nuevo, Marx lo indicó entorno a la manipulación de necesidades de consumo y Guattari recogió el guante para aplicarlo como filtro (o rótula) en cualquier operación capitalística (mental, social o global).


A diferencia del capitalismo postindustrial, el capitalismo mundial integrado (CMI) tiende cada vez más a descentrar sus núcleos de poder de las estructuras de producción de bienes y servicios hacia las estructuras productoras de signos, de sintaxis y de subjetividad.*2*3




Este eje central modifica y manipula el ideario colectivo para favorecer y perpetuar el Estado explotativo. Las expresiones que emanarían de manera dialéctica de la infraestructura económica y la superestructura ideológica en la doctrina marxista se ven filtradas por códigos y signos propios de los intereses capitalistas. La “Manipulación de Subjetividad” no deja de ser el elemento que traduce constantemente, en dos direcciones, las expresiones jurídicas y culturales de la sociedad legitimando grandes bloques represivos como el feminicidio, el apartheid o el exterminio ecosófico. Es obvio que el imperio capitalista no puede existir sin destruir el planeta y todo lo que lo habitamos, pero si que puede coexistir en un sentido discursivo con la idea de “sostenibilidad liberal” o “capitalismo verde”, productos manufacturados del decrecimiento sin perspectiva de clase.


A la vez, no sólo se entiende en un sentido de economía política o desarrollo social. También se puede esquematizar en un sentido territorial. Pues los procesos de extensión e intensión capitalísticos, de colonización geográfica, social y mental, se construyen sobre la base de conquista, primero del discurso, después del ideario y finalmente del territorio:



En el proceso de expansión necesariamente debe existir un proceso de intensión para justificar la destrucción del avance geográfico, la codificación normativa, convertir ese tejido local, flexible y resiliente en el producto mercantilizable, rentable, global, rígido y genérico que tanto necesita el capital para sobrevivir. Sólo con la apropiación del discurso entorno causas sociales universales puede traducir esta destrucción a algo “positivo para el mundo”. Es en esta flecha que se lanza des del centro de poder, que apunta al territorio de interés, donde se carga el veneno discursivo, en el caso del AVE empaquetado entorno lo eco-friendly y sostenible, pues ¿quién se atreve a luchar contra el nuevo pulmón verde de Barcelona?



Los márgenes no sólo se resienten en un sentido de presión territorial física, sino también de memoria colectiva, que queda hundida en el mar de conceptos producidos por el poder. Lo que se sale de la norma, del código, es menospreciado, señalado e incluso expulsado a una periferia temporal, a la espera del siguiente avance del capital, a la espera de ser, de nuevo, zona de interés especulativo. Entonces tal vez no sea el discurso verde el que prevalezca, antaño fue el desarrollismo industrial, luego el auge cultural, ahora lo medioambiental.



NOTAS:


*1 GUATTARI, Félix; Las tres ecologías, Ed. Pre-Textos.


*2 GUATTARI, Félix; Las tres ecologías, Ed. Pre-Textos, p. 42.


*3 Esquema de producción propia basado en los elementos del materialismo histórico junto a la interpretación de las nociones de manipulación de subjetividad de Guattari.


*4 Esquema de producción propia que busca grafiar como procesos de expansión e intensión capitalistas contienen un mismo patrón de avance adquirido del sistema colonial-imperialista clásico.

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